ALMERÍA: La comunidad gitrana denuncia la intolerancia que vienen sufriendo en Los Almendros

Los gitanos denuncian la intolerancia que vienen sufriendo en Los Almendros

Las cargas policiales se suceden y los jóvenes del barrio más caló no pueden entrar en los bares de copas nocturnos del centro · Los vecinos exigen un trato igualitario con otros barrios y demandan servicios que mejore su calidad de vida

Por: Josefina Guerrero – Almería – 21/12/2009

Los jóvenes del barrio de Los Almendros tienen que llevar todos los días y a todas horas su documentación en el bolsillo. Aunque hayan quedado en la puerta de su casa para tocar la guitarra o para charlar, la presencia de un grupo de vecinos, la mayoría gitanos, lleva a la policía no sólo a pedir el DNI sino incluso a cacheos. Así lo explican los vecinos del barrio más gitano de la ciudad, que atesora en sus calles el sentir de un pueblo que ha sufrido a lo largo de la historia la persecución y el enjuiciamiento, y muchos consideran que aún sigue ocurriendo.
 
Ello se ve en el trato personal que se tiene con el pueblo gitano (un 80% de los vecinos del barrio) como en las carencias de infraestructuras que se acumulan en las calles de la barriada, «porque un barrio donde haya gitanos siempre está dejado de la mano de Dios». «Los gitanos tenemos que demostrar todos los días que somos buena gente», señala una de las personas que más está trabajando en la actualidad en la provincia para mejorar la calidad de vida de un colectivo aquejado de década, si no siglos, de estereotipos y agravios. El presidente de la Federación andaluza de Gitanos de Almería, Juan Torres, reconoce que el día a día del colectivo es difícil.
 
«No pensaba que eras gitano», es una de las frases que todos los vecinos del barrio han escuchado alguna vez, acostumbrados a que se equipare el ser gitano con malhechores e incluso, traficantes. «Droga hay como en todos los barrios, lo que hacía falta es que dieran un trabajo a todos los que la venden y seguro que si no tienen falta para darles de comer a sus hijos no venden», señala Juan Fernández, quien critica también las importantes cargas policiales que se producen en ocasiones en las calles del barrio.
 
Hace poco menos de dos semanas, y tras «una travesura de un chiquillo que tiró un piedra al coche de policía». Según señalan, hubo más de 90 testigos y varios niños y ancianos a los que se hirió con las bolas antidisturbios, para una carga policial que consideran totalmente desmedida, aunque también reconocen que no denunciaron la situación ante el temor de que se produjeran nuevos enfrentamientos en la Jefatura.
 
Las constantes redadas hacen que muchas familias se vean condicionadas a quedarse en casa a partir de las 8 de la tarde, una limitación dentro de su propio barrio que consideran muy injusta.
 
Con todo, la principal discriminación es la que viven fuera de sus calles, pero que «un gitano o que lo parezca no puede entrar en el centro a ningún sitio donde haya portero por la noche».
 
Los residentes ven con tristeza cómo en la ciudad donde habitan se habla de proyectos a 20 años vista como el soterramiento, cuando aún no se ha conseguido limar las diferencias raciales entre payos y gitanos y, cuando en sus calles no ni un contenedor ni una alcantarilla, lo que lleva a inundaciones cada vez que llueve. «A nadie la gusta la suciedad», mantienen los mismos que se encuentran en pleno trabajo de arreglo de una de las viviendas, aunque reconocen que no todos utilizarían los contenedores y muchos seguirían utilizando las escombreras.
 
Además, ni un sólo árbol y la construcción de un centro, en referencia al CIS que aún no ha inaugurado el Ayuntamiento, que ocupa el único espacio verde con el que han contado en el barrio. Por ello, como siempre, afirman los vecinos que los niños seguirán jugando a la petanca y al fútbol en los solares sin asfaltar, acostumbrados a levantarse si se caen y seguir jugando aunque estén heridos, igual que sus mayores para otras muchas facetas de su vida.
 

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