HUESCA: Arquitectos sin fronteras colaboran en la rehabilitación de la vivienda de varias familias gitanas

Arquitectos sin fronteras colaboran en la rehabilitación de la vivienda de varias familias gitanas

Las familias que vivían allí, se alojan este tiempo donde pueden

Dos de las familias, delante de la vivienda. | MIGUEL GARCÍA

Huesca – 14/08/2009

El rostro de Silvana Giménez volverá a sonreír hoy cuando los responsables de Arquitectos sin fronteras tengan en sus manos los permisos necesarios para iniciar la obra de rehabilitación del número 5 de la calle San Salvador. Estas últimas semanas, desde que tuvieron que abandonar su vivienda, han sido muy duras para las familias que residían en el inmueble que en un principio fue declarado en ruina. En una primera fase, estarían arreglados el tejado y las fachadas, para que las familias pudieran regresar a sus casas a finales de año, mientras se inicia la siguiente fase en cada casa.
 
El estudio de arquitectos de Barbastro que se hace cargo del proyecto lo conoció a través de un grupo de gitanos a los que ayudaron en la recuperación de una granja equina, explica su responsable, Salvador Rambla. Aunque la rehabilitación está valorada en 300.000 euros, con las ayudas del Área de Rehabilitación del Casco Histórico (ARCH) quedaría cubierto un 85 por ciento de las obras comunes, es decir, de la fachada, cubierta y otras zonas compartidas, además de un 60 por ciento para el resto de actuaciones, con un tope de 14.800 euros por vivienda.

Ahora los trabajos se han centrado en buscar a una empresa especializada en rehabilitaciones para acometer los trabajos. Estos serán los «típicos» de cualquier edificio en las mismas condiciones. En los reconocimientos que hizo Rambla comprobó cómo en los más de cien años que lleva construido el bloque, el mantenimiento ha sido «nada o muy poco» y con el abandono, «los defectos se han ido acumulando», llegando, por ejemplo, a cubrirse agujeros en el tejado con un toldo.

Silvana y su marido Richard han vivido estos meses en el garaje que su suegro tiene en su casa, una estancia reducida, sin agua ni baño, una cama, un espejo, un ventilador y, como armario, un parquecito de su nieto, en donde guardan la ropa en bolsas. Comen de bocadillo y la luz la obtienen de la casa del suegro, quien les permite usar el lavabo pero para la colada ha tenido que recurrir a su hija, que vive en el Perpetuo Socorro, con lo que invierte dos o tres días en hacerla, incluidos los desplazamientos. En ese piso se han podido alojar el resto de su familia, incluidos sus nietos, a los que ahora sólo ve una hora al día. «He sentido más apartarme de mis nietos que cualquier otra cosa. El agua y la ducha es lo menos peor, peor es no tener a mis hijos y nietos, que me los han quitado», lamenta Silvana.

Fuente: Alto Aragon

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