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En el corazón de la Hungría ultraconservadora

En las elecciones generales de abril pasado, el partido Jobbik obtuvo el 17 por ciento de los votos
 

Por: Paul Hockenos - GlobalPost - 05/06/2010

El perfil del votante de esta tendencia es el de una persona nueva en la política húngara, de línea ultranacionalista, abiertamente antisemita y cuyos orígenes se remontan a las facultades de historia de dos universidades. Una, la Karoli Gaspar de orientación calvinista, y la otra, la prestigiosa Eotvos Lorand, pública y la más grande y antigua de Hungría.

Su partido político –el Fidesz- nació allí hace siete años a partir de un grupo de profesores católicos y protestantes de ideas nacionalistas y estudiantes de historia con la tarea de reforzar los conceptos del partido con argumentos históricos de corte nacionalista.

Aunque el verdadero bastión del apoyo de Jobbik se encuentra en las ciudades pobres de la zona oriental del país (lugares que sufrieron el final de la industrialización y un elevado desempleo), Jobbik también obtuvo resultados inesperadamente positivos entre los jóvenes, los estudiantes universitarios, reconocidos por su intolerancia y prejuicios.

Pero por sobre todo –y quizás sirva de barómetro de la región- , los jóvenes dicen que votaron por la derecha simplemente debido a un profundo desencanto con el estilo político húngaro, que alguna vez fue el niño prodigio de las democracias de Europa central. Hungría entró en la Unión Europea en el 2004.

Voy a la universidad Karoli Gaspar para ver qué piensan los universitarios húngaros de hoy. En la cafetería, un grupo de veinteañeros ocupa una mesa repleta de libros. Cuatro de ellos votaron por el Fidesz, que asumió el poder el mes pasado. Sus motivos para votarlo: la difícil situación económica, la corrupción gubernamental y la falta de recursos en la educación superior.

Nora, una joven de Budapest, dice que le gusta Jobbik: “Los gitanos son un problema importante aquí. No trabajan, no votan. Jobbik tiene un programa para ellos”, afirma. “Los gitanos no recibirán ninguna ayuda social a menos que trabajen”.

Está de acuerdo con Jobbik en el apoyo a la pena de muerte, que es parte de una plataforma dirigida a los gitanos, que constituyen un 6 por ciento de la población. Garbo, otro de los jóvenes que prefirió el Fidesz, dice que podría votar por Jobbik en el futuro, dependiendo de cómo evoluciona en los próximos años.

Ninguno de los estudiantes me parece un fanático ni mucho menos. Son tímidos, de buenas maneras y reflexivos. Su mayor preocupación, afirman, es conseguir un empleo cuando acaben de estudiar.

Andras Biro, profesor de ciencia política en la universidad Corvinus de Budapest, dice que es fácil identificar a los seguidores del Fidesz por las camisetas que llevan, en rojo, blanco y verde, los colores de la bandera húngara.

“Lo que es más preocupante es que son los más intelectuales de todos los estudiantes. Son los que realmente piensan y escriben buenos ensayos y trabajos de investigación”.

Cuando Biro se sienta con estos alumnos para hablar de política, surgen inevitablemente los mismos temas: la élite política húngara no hizo nada en los 20 últimos años, le dicen. “Me explican que esos líderes representan los intereses de los europeos occidentales, de la Unión Europea, y no de Hungría.

Estos chicos están desilusionados con absolutamente todo, incluido el capitalismo. Por eso quieren un cambio radical, pero no optan por las ideas de la izquierda”.

A diferencia de la gente de derechas de la vieja escuela, Jobbik le ha dado un giro moderno y revolucionario a ideas antiguas como el concepto de una gran Hungría, el antisemitismo y la política autoritaria.

Su llamativa página web está en cuatro idiomas y se dirige a la generación de jóvenes familiarizados con la tecnología. En Internet, Jobbik habla del “capitalismo cowboy” que ha arruinado a Hungría y las políticas anti-húngaras de la Unión Europea.

“Jobbik representa un partido muy moderno”, afirma el escritor inglés Adam LeBor, que reside en Budapest. Su novela más reciente “The Budapest Protocol” aborda el tema de la extrema derecha en Hungría.

“Tiene una estrategia de relaciones públicas realmente profesional y un concepto de marca muy sofisticado. Pero al mismo tiempo, tiene un lado anti modernista en el sentido de que rechaza la globalización y el ‘internacionalismo’”.

Los sondeos muestran que los estudiantes húngaros son tierra fértil para las ideas de derechas. Uno de esos estudios, realizado por la conocida socióloga húngara Maria Vasarhelyi, determinó que los estudiantes de historia albergan en particular ideas antisemitas y prejuicios contra los gitanos.

Un 15 por ciento de los alumnos manifiesta una posición racista y un tercio de quienes estudian historia se declara antisemita. El 35 por ciento cree que la delincuencia se debe a la sangre gitana y el 60 por ciento afirma que los propios gitanos son responsables por ese prejuicio.

Según el académico y constitucionalista Andras Pap, son estas ideas racistas y generalmente xenófobas las que utiliza la derecha y la extrema derecha para ganar votos.

“Los jóvenes, incluyendo a los estudiantes de secundaria, son muchos más conservadores y de derechas que las generaciones anteriores. Están abiertos a este tipo de retórica”, afirma Pap. “Lo más preocupante es que no existe consenso de que estos puntos de vista e ideas son extremistas, ni siquiera la negación del Holocausto. Las ven como aceptables y abiertas a debate”.

Jobbik es ahora el segundo partido más importante de la oposición en el parlamento húngaro. El hecho de que Jobbik haya salido de centros de estudios de prestigio y haya llegado tan bien a la “generación Facebook” plantea profundos interrogantes sobre los fundamentos de la democracia liberal húngara.

Fuente: lainformacion.com

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