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Reflexiones sobre la realidad Gitana en Latinoamérica Reflexiones sobre los gitanos en Hispanoamérica 

   Reflexiones presentadas el 29 de octubre de 2008 en la sesión inaugural del congreso “Los Gitanos en Hispanoamérica” realizado Szeget (Hungría).  

 

Por: JORGE EMILIO NEDICH 

Introducción 

Para poder abordar la realidad gitana en Latinoamérica, me veré en la necesidad de hablar desde la experiencia de haber sido nómade y semi nómade, es decir, ejercer el nomadismo para regresar a una base local. Con el ingreso al modo de vida sedentario publiqué mis dos primeras novelas, pésimas ambas, pero decisivas para sentar un precedente jurídico e ingresar a la Carrera de Letras de la UNLZ, sin haber contado con estudios previos.

Desde esta mirada parcial y crítica entonces, seré sujeto y objeto de estudio, investigador que mira y se deja mirar, para poder dar cuenta de los procesos que convierten a la realidad gitana, en una realidad heterogénea; las realidades de los países de la región también lo son y han dotado de una variada gama de matices a cada grupo y subgrupo.

Desde este amplio marco poblacional, haremos un análisis sobre los aspectos sociales, culturales y políticos de cada sector, reflejándolos como parte de un mismo colectivo, pasaremos por alto la idiosincrasia de los rom, de los servian, de los ludar, de los cale, y otros grupos o subgrupos. El intento será detallar una problemática del conjunto y de la relación que el pueblo gitano todo tiene con la sociedad envolvente. 

En primer lugar, analizaremos la experiencia de los que rompieron el círculo y emigraron hacia la modernidad, verificaremos que dejaron atrás y que hallaron en el nuevo mundo. En segundo lugar, veremos como está formada la identidad gitana, las múltiples partes de una construcción que no es expulsiva, sino inclusiva, que se renueva con la mixtura. En tercer lugar, analizaremos la circularidad del nomadismo y de la oralidad, como método de selección, renovación y preservación cultural frente a las agresiones internas y externas. En cuarto lugar, observaremos a los nuevos gitanos, su relación con el adentro, el diálogo con el afuera, y la nueva proyección en ambos mundos. En quinto lugar, observaremos el papel de las asociaciones, cuáles son las políticas de defensa, su relación con la masa, la corrupción y su rol en el mundo. En sexto lugar, comprobaremos como la inclusión al mercado hace visible su realidad, analizaremos como ese consumo y la exportación de sus artistas, potenció el reclamo de sus derechos ciudadanos.

Por último, presentaremos las conclusiones dónde se evaluarán las muestras analizadas para plantear una posible mejora que alivie la dura realidad gitana y beneficie su relación con la sociedad envolvente. 

Sólo nos resta decir que cuando hablamos de la realidad gitana, nos referimos a casi tres millones de personas que padecen una situación de injusticia, propiciada por las políticas de exterminio aplicadas en todos los países por donde pasó o estuvo la etnia; y, autopropiciada por una actitud estoica del grupo, que se niega a cualquier tipo de representación y organización política, por lo tanto, no hay ninguna estadística seria de parte de las asociaciones y menos aún de los Estados, que nos muestre la situación real del colectivo.

A tal punto esto es así, que no existen registros oficiales ni cualitativos ni cuantitativos de la población en la región, de acuerdo entonces por estimaciones hechas por los propios gitanos, presumimos que la totalidad a analizar puede llegar a la suma antes mencionada, cuantificada al azar sobre el continente.  

La realidad de los gitanos que rompen el círculo 

En todos los países Latinoamericanos, desde la llegada de la etnia registrada por primera vez durante el siglo XVI en la República Federativa de Brasil, hasta el presente, ha sufrido un éxodo mínimo, pero permanente e incontable a lo largo de los años, generalmente de hombres, y en menor medida de mujeres, que a edades muy tempranas, incluso durante la niñez, dejaban los campamentos para escaparle a la égida gitana y se “perdían” en el mundo sedentario en busca de una nueva vida que les diera las posibilidades que su condición de gitanos, no podía ofrecerles.

Los que han logrado realizar ese sueño, han permanecido y permanecen todavía, en el más absoluto silencio, niegan su pasado a los amigos, en sus trabajos. Sólo con aquellas personas con las cuales van a formar una familia, confiesan su antigua condición que los avergüenza, al punto de mostrarse vejados por los recuerdos ignominiosos y latentes de aquella marginalidad, en donde las mujeres y los niños salían a mendigar y los hombres a ejercer su oficios de caldereros para sostener una vida miserable, lejos del aprecio, de la dignidad y del reconocimiento social que tanto los laceraba.

Un porcentaje desconocido de autoexiliados, vive y muere en el mundo moderno, definitivamente enemistado con su pasado. Pero en otros casos, de los cuales daremos cuenta, podemos asegurar que ese dolor que mina la conciencia del gitano, va menguando a medida que pasa el tiempo y los individuos crecen y se desarrollan en sus nuevas funciones. Desde el camino de la superación pueden elaborar lo que esta pasando con sus vidas y a la vez que van ganando espacios en la sociedad sedentaria, la disconformidad identitaria cede y deja lugar a una equilibrada paz interna, entre el nuevo ciudadano y la patria infancia gitana.

Esa paz, no siempre alcanza para producir un acercamiento físico entre las partes, pero logra modificar, por un lado, la sensación aterrante de haber pertenecido a un pueblo monstruo que destruye a sus hijos, y por el otro lado, se comprueba que no ha sido tan generoso el abrazo salvador y fraterno que se presumía, encontraría en la sociedad envolvente. 

Este equilibrio entre el pasado y el presente a veces logra que los autoexiliados ya entrados en años, o bien en nutritivas experiencias, vuelvan a los antiguos lugares en busca de recuerdos. Regresan a escondidas, o a sabiendas de su nueva familia, para verse con algunos miembros de su antiguo grupo y reinician un intercambio que los reconstituye como personas que han recuperado parte de su primera identidad.

La sociedad gitana, cuando estas transformaciones son reales y comprueban que el regreso, definitivo o pasajero, es verdadero, no se opone a que el individuo vuelva a recoger o a olfatear su antigua genealogía: algo bueno ha quedado en el recuerdo para que se haya gestado ese retorno. Por lo tanto, la experiencia que nos deja este proceso, asegura que toda nueva identidad que exige la expulsión de las otras identidades, produce un daño irreparable en la base identitaria del hombre. 

Los elementos identitarios del gitano por sus características redondas, heredadas del nomadismo, pueden adecuarse a todos los terrenos sociales y sistemas políticos, gira sus partes y se adapta a cualquier terreno, no es fija, plana y expulsiva como la identidad única del hombre regido por un Estado. La humanidad, más allá de lo que intente el sistema con sus múltiples brazos, siempre ha sido nómade, e irá en una migración constante en busca de alimentos, de confort, de bienestar y paz; de un porvenir y de un mejor futuro para sus hijos. 

Los Estados y sus construcciones como la Identidad Nacional, o sus fronteras territoriales, sus banderas y sus himnos, buscan del hombre un compromiso político que no siempre acompaña sus necesidades y sus evoluciones. La identidad múltiple del gitano, es la misma que el hombre moderno lleva debajo de la máscara de su cultura nacional única y, debido a esa exclusividad, expulsiva.

El hombre que vive con la máscara puesta no soporta al hombre que vive sin máscara, ser húngaro o ser argentino, es apenas un maquillaje que oculta políticamente el origen migrante del hombre. El gitano prescinde de esos maquillajes y ejerce la libertad de decidir seguir siendo gitano, nómade, aún a costa de su vida.  

 

La circularidad del sistema como formadora de la identidad 

La circularidad del nomadismo y de la oralidad, ha sido parte constitutiva de la etnia y de su revitalización que la dotó de una variada identidad que ha sido formada en base a las necesidades reales de libertad, es una construcción que fue edificada paso a paso por la rueda del nomadismo que les dio la posibilidad de obtener los prestamos culturales, rituales, idiomáticos y religiosos necesarios para no perecer, modificarse y seguir siendo los mismos conservando su originalidad, la que debe su existencia a la permeabilidad selectiva de la oralidad y del nomadismo, que les permitió a lo largo de los siglos, construir dentro del mundo moderno, el anillo cultural que protege su propio mundo.

La oralidad y el nomadismo hacen las veces de muro donde se han estrellado las políticas estatizantes y las grandes ideas de los libros que ponen a los hombres detrás de una realidad muchas veces falsa que, al tratar de ser asida, se parte en una, en dos, en diez. Y el hombre salido de su ser, jamás vuelve a si, queda atrapado en el sistema y pierde su libertad. La oralidad y el nomadismo por su estructura circular, han sido los elementos constructores de la ingeniería sistémica que les permitió sobrevivir, aún bajo la infinita dureza de las políticas de exterminio que a lo largo de los siglos se han cobrado una suma millonaria en víctimas fatales y han condenado a la marginalidad, a unos doce millones de personas en el mundo.

Según las encuestas, es el pueblo más despreciado y al que nadie quiere como vecino, esa indeseabilidad se debe a la marginalidad política y social en la que sobrevive, y contamina su cultura. Pero también al fuerte etnocentrismo de una sociedad que no quiere ver a la otredad, viviendo bajo un sistema que escapa a su control. En Latinoamérica el ochenta por ciento de los gitanos nómades, más de un millón y medio de personas, sobreviven de manera miserable, la falta de políticas reales los empuja a condiciones de vida inhumanas, cuando no al delito de supervivencia, y, pese a toda esa brutalidad, unida a las políticas genocidas, su idiosincrasia sigue de pie esperando una mejora en sus condiciones de vida.

Hoy, y a pesar de la creación de los derechos humanos, que fueron muy efectivos para juzgar al nazismo, por los seis millones de vidas judías exterminadas durante la guerra. Paradójicamente, esos mismos derechos no han querido reconocer, ni siquiera de manera mínima, el holocausto gitano, a pesar de que fueron las mismas manos y las mismas personas las que dieron cuenta de quinientas mil vidas, también humanas.

Tampoco esos derechos han sido tan humanos para juzgar al comunismo que pese a darles casa, estudio y un mejor nivel de vida, igual intentó eliminarlos esterilizando a las mujeres. Luego de la caída del muro, hubo un período de paz en materia de políticas de extermino, que duró hasta el año dos mil uno, cuando comenzaron nuevamente con la esterilización forzada de las mujeres gitanas en Eslovaquia, República Checa, Suiza, Suecia y Hungría.

Esa práctica parece reforzarse con las leyes que se votaron en la Comunidad Económica Europea, criminalizando la inmigración y especialmente a la inmigración gitana, llamada eufemísticamente rumana, en la creencia de que de ese modo ocultan el racismo especifico hacia los gitanos. En estos días en Italia el alcalde de Treviso, Giancarlo Gentilini propone la eliminación de los niños gitanos que roban a los viejos, pondera al fascismo y --según sus palabras-- propone amordazar a la prensa, con dos tapones uno para la boca y el otro para el trasero.

El mismo Papa, desautorizó a los curas italianos que desde la revista católica La familia, defendían a los gitanos, aduciendo que ese no era el pensamiento de la Iglesia, ni el de los obispos italianos. Decíamos que esa circularidad del nomadismo y de la oralidad selecciona los préstamos y los preserva de estas barbaridades que hacen historia. Mirando hacia adentro, el grupo evita saber lo que ocurre afuera, no se enteran ni aún cuando los propios gitanos fueron protagonistas desgraciados de algún hecho violento.

La parte más radical, ignora que las persecuciones responden a decisiones diseñadas por el derecho jurídico y ejecutadas por el poder legislativo; viven su diáspora de manera natural, no creen que el daño pueda organizarse, perseguir e intentar el exterminio, suponen que las persecuciones son reacciones de los gobiernos que han sido tomadas en el momento, motivadas por alguna acción negativa permanente, pero natural y espontánea. 

 

La circularidad 

La circularidad de la memoria oral va del hijo al padre, llega al abuelo, accede al bisabuelo; y del bisabuelo regresa al presente para dar cuenta de que el pasado que sobrepasa al bisabuelo pertenece a la a temporalidad de la Pobiaste, que supera la categoría de la anécdota y se asemeja a la Paideia,

Desde esa a temporalidad se educa y se forma al niño, con una enseñanza que también es circular y progresiva, comienza en su nacimiento, sigue durante su adolescencia, donde será educado para casarse entre los trece y diecisiete años, con la unión conseguirá la pareja un escalón en la obtención del prestigio social, que continuará en ascenso durante la convivencia forzada que realizarán en el hogar del novio, dónde obtendrán la formación para la vida matrimonial.

Antes de los veinte años, la pareja tendrá dos o tres hijos y recién entonces, cuando su educación haya concluido, los padres les permitirán abandonar el hogar. Entre los treinta a treinta y cinco años de edad, el matrimonio ya contará con hijos adolescentes educados para repetir el ciclo. La comunidad también colaborará en el control, verificará el buen comportamiento de todos, pondrá el énfasis en lo tocante al ser gitano, procurando que los niños y los adultos encuentren dentro del grupo, lo que necesitan, también oficiará de preceptor y reprochará con dureza cuando alguien ponga los ojos afuera. 

El círculo que conserva todavía algo de la vieja endogamia, devenido en una pseudo endogamia, tiene en su redondez un sistema de doble muralla, que vigila hacia afuera y hacia adentro, conservando y haciendo invisible e inabordable una realidad, rodeada de misterios. El círculo seleccionará los préstamos culturales y el intercambio comercial, para que nada entre sin ser revisado y para que nada pueda escapar a su control. La esfera puede apreciarse en todo el acerbo ritual, en la geometría de sus vidas y de sus hábitos.

En la construcción de sus carpas se reemplazan los ángulos por una curva, el triángulo es considerado peligroso porque sus patas, según la física, son las que mejores se afirman a la tierra, por lo tanto, es el más indicado para demorarlos. En él se pueden esconder los fantasmas, las enfermedades, las sorpresas desagradables. Las traiciones y los abandonos se forman ocultos en los ángulos, adquieren sus puntas y hieren mortalmente, El círculo los muestra a todos de frente y todos de espaldas al mundo, durante los funerales se evitan los números impares, especialmente la triangulación, lo números pares son más maleables, más equitativos, menos trágicos e intrigantes que los ángulos y los triángulos.

En Brasil, el espacio nupcial que es a su vez el salón de fiestas, es una carpa de circo adaptada para esas necesidades, cualquier lugar es la entrada y cualquier lugar es la salida, nada se puede ocultar en un círculo que vigila hacia adentro. En el resto del continente, el anillo es brindado por la disposición de las carpas al formar el campamento. El regalo para los novios, siempre será dinero en efectivo, no pesa, es fácil de llevar, y facilita el intercambio con el resto de la sociedad, es generador de respeto y además, organiza el porvenir, porque responde mejor que cualquier otro bien, a las necesidades de los nómades.

Ese dinero entonces, se mete dentro de un pan redondo, como el mundo, para enriquecer el destino y el alimento de la pareja. Las monedas de oro adornan las trenzas de las mujeres y los botones de oro las camisas de los hombres, el círculo dorado espanta todo lo malo y los purifica. La pista de baile es redonda como la vida, las mujeres durante las bodas, cuando bailan solas, lo hacen en rondas, esas rondas sólo se rompen para iniciar otra con el hombre. Las danzas, como lo indican su nombre, son giros. La gente cuando se sienta a conversar lo hace en círculos, el fuego que suele ocupar el centro de ese círculo, también es redondo y los que se gratifican con su amor, cuidan que lo siga siendo mientras se consume.

La esfera de la manzana como símbolo de la virginidad, que protege la exclusividad redonda del vientre y la continuidad de la etnia, alberga dentro de él, la postura redonda del feto. Una vez perdida la virginidad, los cabellos de la mujer y su cabeza, serán cubiertos por el anillo del puñuelo matrimonial, que la protegerá y alertará la mirada de otros hombres. El nómade fiel a la rueda se sirve de la redondez del mundo y de la luna, se encomienda a ella y sigue sus ciclos. El sistema se apoya en la circularidad del tiempo, como el pasado oral de los gitanos que siempre retorna, no traza como la escritura, una línea recta hacia la luz que terminó con las tinieblas, se limita sólo a comprobar la circularidad finita del hombre, la historia oral es redonda, se repite; la escritura en cambio, avanza lineal, dispuesta a atravesar el Génesis 

 

Los nuevos gitanos 

De los estimados casi tres millones de personas que viven en el territorio, hay unos pocos, que no llegan a superar los cinco mil individuos, que se han mimetizado con el mundo moderno y desarrollan actividades laborales o profesionales que no son todavía consideradas representativas del mundo gitano, son universitarios, artistas, comerciantes a gran escala que viven y se desarrollan fuera de la comunidad y casi no mantienen lazos con ella. La concepción del mundo ha cambiado para ellos, la comunidad lo sabe y por eso, los mira como a extraños, no huelen igual, por lo tanto, no los reconocen como pares, el escaso intercambio generalmente es malo o muy malo.

Sin embargo, estos nuevos gitanos se reconocen como tales y ponderan los cambios que han realizado para poder acceder a los lugares que ocupan, y justifican lo hecho mirando defectos y virtudes de su antigua comunidad. Esta presencia renovadora divide las aguas dentro del grupo porque a la vista de sus ancestros, han prostituído su antigua genealogía en aras de costumbres ajenas, y por ello se han ganado el rechazó y la condena; en cambio, para el sector más vanguardista, son verdaderos arietes que arrojan un aire nuevo sobre la fosilización que se produce cuando se vive para las tradiciones.

La identidad evolutiva de los más jóvenes que les permite manejarse con autonomía en el comercio y hablar varias lenguas, aún siendo analfabetos, cuando se proyectan hacia el mundo moderno, ven a su grupo petrificado en la cultura que, fusionada a la marginalidad, da por tierra con sus proyectos personales. Para permanecer dentro deberán olvidar sus deseos y ser un eslabón más del sistema.

Esta división de conciencia es muy típica, porque el gitano de hoy, aún el más radical y nómade, ha sido infiltrado por el mundo moderno a través de la tecnología y debido a ese fuerte anillo que protege la endogamia cultural, no le fue posible remozar sus tradiciones con la rapidez que necesitaba y ahora se está enfrentado a una profunda transformación que nos traerá a un nuevo gitano, para ello, deberá dejar de vivir en una etnia para terminar de asumir la categoría de pueblo, y luego acceder definitivamente su condición de Nación, otorgada en mil novecientos ochenta y dos.

Esta distinción política, todavía no es una realidad porque los doce millones de gitanos dispersos por el mundo, que viven dentro y fuera del sedentarismo, no han dejado de pensar y actuar como nómades. Desprenderse de esa estructura y organizarse no será una tarea fácil, ni rápida, deberán cambiar su estructura social, su sistema educativo, aggiornar sus tradiciones y sus costumbres para que puedan flexibilizar el círculo endogámico.

Damos un ejemplo de flexibilidad: cuando la mujer gitana decide estudiar, las voces radicales ofendidas se alzan en cascada en contra de una actividad que por ejercerse fuera de la sociedad es prostibularia, pero cuando el reconocimiento llega de la mano del dinero, la mirada radical cambia y se une a la mirada vanguardista, entonces el ser gitano florece en la mujer, que ahora, es gitana universitaria para todo el mundo. El reconocimiento a través del prestigio y del dinero, es una reivindicación muy deseada y muy buscada.

Cuando se vive en el margen del margen, lo único que se desea para salir de la depresión, es el reconocimiento (nunca la tolerancia) a sus valores, a su historia, a sus formas de ver el mundo. El dinero, además de ser el valor que el mercado le pone a cualquier mercancía, le permite al que vive en el margen del margen, un ascenso social que los extrae del primer margen, con sus tradiciones remozadas, y también lo saca de la segunda marginalidad, la social, para darle a ese patrimonio cultural un reconocimiento en valores constantes y sonantes, elevando su idiosincrasia, reconociendo en ella valores morales, éticos, filosóficos, estéticos y humanos que los ubica mejor en el mundo.

La pasión por el dinero tiene su origen en las múltiples representaciones que su posesión despierta en un nómade en estado de marginalidad doble, que a lo largo de ocho siglos se ha hecho cultura, carne y hueso. Le permite, en primer lugar, saciar sus ojos, sus deseos físicos más inmediatos, y las obsesiones más extravagantes que ofrece el mercado, el auto pomposo, la casa palaciega, cierto confort recargado que se vuelve necesario para exhibir el poder que le dio el reconocimiento del mercado (no el social).  

Este largo ejemplo, nos muestra el deseo de un pueblo de ser reconocido y respetado, pero también nos demuestra que para ser reconocido hay que flexibilizar el cerco, salir, mirar, y dejarse mirar. Este cambio les solucionará muchos inconvenientes, pero también debido al cambio, el racismo construirá un nuevo enfoque, por el cual aumentara su calidad de enemigo, en sintonía con el aumento de su calidad de vida 

 

Los que lucran con el círculo 

Los gitanos vinculados específicamente al trabajo de las asociaciones, muchas veces son rechazados por la masa, porque la masa misma rechaza la exposición de su problemática realizada fuera del círculo, por vergonzante. Se niega a esa puesta en escena, no confía en la metodología extraña de esos representantes, es muy difícil reunir al pueblo bajo el discurso de una asociación, lo es más aún, cuando se lo intenta unir para firmar algún documento que reclame por sus derechos.  

El trabajo que realizan las asociaciones suele estar lejos de la miseria que cunde en los campamentos, a esas mismas representaciones no les gusta que se hable de ésas cosas, pero tampoco hacen mucho para evitar que las mujeres y los niños salgan a vender baratijas o a mendigar, es verdad que esta costumbre viene con el gitano desde la India, pero no es menos cierto que sus dirigentes saben que el derecho de las personas a una vida digna, está por encima de las prácticas culturales que deterioran la identidad, de hecho sus hijos estudian, no mendigan.

En toda la sociedad nómade y semi nómade de América, el hombre en un alto porcentaje, vive de manera tan miserable que accede al matrimonio con la garantía de que su mujer y sus hijos serán la base del crecimiento económico que lo sacará de la indigencia. Y en el caso de haber una separación, se impone la indigencia moral: podrán dividir los hijos, pero los bienes quedaran con el hombre. Este tipo de injusticias son generadas por la cultura lesionante de los pueblos marginados que deterioran con esas prácticas, su patrimonio.

Vale resaltar que el lazo protector sobre los hijos se aplica, cuando la actividad de mendigar, es lisa y llanamente un trabajo realizado en familia. Cuando se rompe ese lazo, suelen darse las situaciones más desgraciadas, veamos como ejemplo a los excluidos del mundo moderno, que duermen, comen y mueren en las calles, con el agravante de que el arma homicida de estás políticas es la desnutrición. Los que tienen más suerte, están deprimidos y desperdiciados, no asisten a la escuela, venden o mendigan en los semáforos, son consumidores de paco y muchas veces ejercen la prostitución obligados por sus propios padres, que también son consumidores de drogas, o bien, con la connivencia de estos y de las instituciones estatales, los colocan en las redes de explotación.

Además de la rotura del lazo protector, tampoco hay una acción concreta de parte de los gobiernos que tienen mucho más poder y recursos que los activistas gitanos, para terminar con ambos flagelos. Paradójicamente, en el caso de la prostitución infantil, la sociedad y el Estado saben que, un sector de la población accede carnalmente a esos chicos y aún así, se les hace difícil tomar cartas en el asunto, y no actúan  hasta estar totalmente seguros. Pero sí, llegado el caso, fueran los gitanos quienes prostituyeran a sus hijos, casi con seguridad que la sociedad haría justicia por mano propia, esta reacción naturalizada, sería a todas luces un acto racista, fundamentado en la creencia etnocéntrica y superior, de estar efectuando una acto de justicia.

La reacción del Estado en cambio, que también procedería de manera inmediata, se fundaría en el concepto de híperextranjería que se aplica sobre el gitano, negándole la nacionalidad, sus derechos, para expiar sus propios delitos, ante el delito y la debilidad de la otredad. Volviendo a la relación masa-activistas, podemos asegurar que la labor asociacionista es muy poca y que el número de asociaciones es muy escaso, por lo tanto la actividad es casi nula frente a la dimensión del problema.

Ya metidos en el análisis de esas funciones podemos ver que la mayoría de esos dirigentes están aferrados al pequeño poder simbólico que ese lugar les otorga y se dedican a construir relaciones afuera y generalmente no cumplen ninguna función social dentro del grupo.Consumen sus energías ante posibles competencias y no ocupan los puestos de batalla para los cuales se autopostulan, lucran con el dolor de su pueblo, viajan por el mundo llevando un discurso, no siempre prolijo, en defensa de sus hermanos, que pasan a ser utilizados para satisfacer apetencias personales, a tal punto es así, que la población en general desconoce la existencia de esas representaciones, la mayoría no cuenta con un espacio físico, el teléfono puede ser el del domicilio, el del trabajo, o simplemente el número de un celular, no realizan actividades sociales dentro ni fuera de la comunidad, no ofrecen asesoramiento profesional, laboral, jurídico, cursos, ni conmemoraciones internas que hagan a la identidad gitana.

No focalizan sobre las situaciones crónicas de su gente y en algunos casos, evitan meterse en ese tipo de complejidades, no hay un trabajo de campo que refleje los problemas del conjunto de la población, no hay una relación directa con el grueso de la masa, no hay ni siquiera una modesta revista donde se difundan las necesidades y las posibles soluciones para el colectivo. Si tuviésemos que ubicar los nombres de esas asociaciones, salvo el caso de Prorrom de Colombia, que ha logrado varios reconocimientos sociales para los gitanos de su país, no tenemos en vista ningún otro logro que puntualizar. Estas instituciones se deslizan sobre la parte más blanda del problema, congresos, conferencias, viajes, programas de radios, publicaciones dirigidas al mercado, pero no hay un trabajo, salvo el caso mencionado, que intente sacar a los gitanos de la marginalidad en la que viven.  

También es cierto que la problemática excede lo que pudieran hacer las pocas asociaciones que aún trabajando al máximo de sus capacidades, se verían desbordadas, pero esto no es así y la escasa formación, capacitación y preparación que tienen estos representantes no les permite superar la etapa del discurso, muchas veces de barricada y de bajo nivel intelectual con el cual se manejan, esto les resta poder de comunicación, expresión y, por sobre todo, capacidad para poder interpretar la propia realidad del colectivo, esta falencia salvable, sumerge a la masa y la invisibiliza aún más frente a la sociedad envolvente, que evalúa mucho más el aspecto formal de la demanda que el aspecto real. La misma falencia autoelimina el crecimiento y la proyección de la capacidad de esos líderes. Lo ideal sería contar con un programa serio de capacitación para ellos. 

Otra de las cuestiones históricas a ver, sería la poca reacción y la poca capacidad de unión y organización que ha mostrado el pueblo gitano en su conjunto, porque si bien desde que salieron de la India hasta el presente, sufrieron ochos siglos de marginalidad, asesinatos y barbarie, también fueron ocho siglos para reaccionar políticamente y modificar situaciones enojosas. Este pueblo por ser el hijo dilecto de la discriminación, aprendió muy temprano a discriminar; desde su ingreso al continente europeo comenzó a dispersarse. Después de muchos años, esos gitanos ya no eran los mismos, comenzaron a formarse las natsas, la nacionalidad del país que los albergaba y las vitsas, descendencia familiar, en ambos casos se formaban subgrupos que mantenían una raíz común pero sus ramas crecían en distintas direcciones.

Unida a esa proyección diferente, la marginalidad y el instinto de supervivencia frente a las reiteradas políticas de exterminio, alimentó la fuerte discriminación intergrupal que da lugar hoy a los problemas de liderazgos que derribaron al único representante que había en las Naciones Unidas. Pero también esa actividad se expande hacia fuera, hay una manifiesta hostilidad que es recíproca con otras sociedades marginadas, que también discriminan. Recogiendo de este modo la sociedad envolvente, sus dirigentes y las mismas minorías, toda la violencia que se prodigaron a lo largo de sus propias existencias.  

 

La importancia de los medios 

Hasta la década del sesenta la población no había manifestado ningún interés por los sistemas políticos del mundo sedentario, atrás habían quedado los carromatos, el nomadismo del siglo XX necesitaba la velocidad de los camiones, en las rutas se hacían imprescindibles los carnets de conductores, para poder obtenerlos había que con contar con documentos personales.

La tramitación era una vuelta al pasado trágico, implicaba dar una información y una localización que los dejaba a merced del racismo, de la nacionalización y el servicio militar obligatorio, de la educación formal, (que nunca llegó) y de un compromiso con un Estado que sólo se había ocupado de eliminar al gitano física y/o culturalmente. Una vez obtenidos los documentos de identidad y el carnet de conductor, sin haber resuelto su analfabetismo, debían enfrentar la burocracia del país como cualquier nacional, pero recibiendo un trato que esta muy por debajo de esa condición.

La desprolijidad demuestra que la prematura inserción del colectivo en la región, no se debe a las inexistentes políticas sociales, ni siquiera a la evolución natural y directa del grupo; se debe primeramente, a la misma modernidad y en segundo lugar, a las persecuciones, al racismo y a las muertes, como las ocurridas en la Argentina durante la primera presidencia del general Juan Domingo Perón, que en sintonía con los hornos del régimen nazi, durante el año mil novecientos cuarenta y tres, se inicia la quema sorpresiva de carpas en todo el país, que arrojó un incontable números de victimas fatales.

Los gitanos sabían que denunciar el hecho ante el mismo gobierno que los atacaba, no tenía sentido, los más pobres decidieron huir, refugiándose en el nomadismo, los que podían optaron por comprar casas y sedentarizarse. Posteriormente, como ha ocurrido con otras minorías, la fuerte aparición de la tecnología dentro del mundo gitano que tuvo su mayor injerencia durante la década del sesenta, fue determinante para la adquisición de cierto confort, que antes no estaba al alcance de sus pretensiones, ni de sus necesidades culturales, esta aparición del consumo ha hecho que el grupo tomara conciencia del contexto social y político en el que estaban, pudo medir las dimensiones de su propio gueto y del cerco social levantado con solidez desde ambos márgenes y forjó en la década siguiente, la aparición de sus primeros dirigentes, que siguen aún con el mandato que los creó, sin poder avanzar, son altos consumidores sin derechos, en busca de un camino que los lleve a ser reconocidos como ciudadanos, con acceso a la educación y al respeto del que goza cualquier nacional.

Por eso, cuando vemos hoy en una carpa un televisor ocupando un lugar central, o cualquier otro aparato, debemos ver una posible forma de inclusión a la ciudadanía y no de exclusión. Además debería contemplar que esos nuevos ciudadanos, si queremos que sean reales, deberán contar con políticas reales. Todavía hoy, la mayor parte de esos casi tres millones de personas son consumidores indocumentados, analfabetos que no asisten a las escuelas, ni los aceptan en ellas con la excusa de que no se adecuan a los planes de escolarización, hacen hincapié en la ancestral rebeldía antisistémica del gitano, que es tan real y concreta, como ver en esa misma dificultad, la excusa para no incluirlos y en consecuencia, negarles sus derechos, y otra vez vuelta al hípergueto.  

Aquellas familias que están en una mejor situación económica y pueden pagar una cobertura médica, no siempre pueden hacerlo porque las prepagas no las quieren como asociados y cuando las aceptan no les dan un trato igualitario, y si los gitanos reclaman, son tomados por violentos y los desafilian inmediatamente. En los bares céntricos, las gitanas pueden entrar pero no pueden consumir, porque los mozos no las atienden, jamás hubo de parte de los Estados Nacionales planes laborales, habitacionales ni de salubridad.

La juventud, si no se mimetiza con la sociedad, no puede entrar a los pubs. La culpa para que la situación continúe, recae siempre en la misma explicación, se autoexcluyen, su cultura es ajena a nuestra medicina y al sistema jurídico, ellos tienen sus propios métodos, dejémoslos tranquilos. Y para aumentar la paradoja, en muchas de esas carpas dónde prolifera la miseria, un celular de última generación como símbolo supremo de los adelantos que goza la humanidad, luce en la cintura de los hombres, que quieren conectarse a un mundo que hasta ahora, sólo les vende sus espejitos de colores, resaltando el vacío, en el lugar donde debería estar el Estado, sus instituciones y los dirigentes gitanos. Estás ventanas de las que se ha provisto el mundo gitano para mirar al mundo sedentario, les ha dado alas (a los más jóvenes) y hoy esas alas han agitado en el seno más radical, cierto interés por nuevos prestamos rituales y culturales tomados de la TV, que se fijaron en la conciencia social del grupo, que ha forjado un buen número de artistas musicales, deportistas, y a través de ellos, se hace posible la visibilización de su problemática.

El merchandising que la sociedad envolvente consume de los gitanos, suele ser algún referente para la moda, consume su música, imita el modo de vida al aire libre, que posibilitó la aparición de los traveliers. Detrás de los mutuos préstamos, se fomentan las investigaciones sociológicas y el acercamiento entre las partes que tanto aterra al sector más radical de la etnia, como a los ciudadanos más radicales de la sociedad, que aceptan llenos de alegría bailar la música gitana, pero evitan por todos los medios posibles, que el niño gitano ingrese a las escuelas y se siente al lado de sus hijos.

Estos temores fundados por la diferencia, seguirán existiendo siempre, además la diferencia y la discriminación, continuaran consolidando el miedo a lo distinto. Lo positivo es aprender a vivir con ese temor mutuo, para poder construir los lazos sociales que den lugar al conocimiento, al análisis y finalmente para que el respeto por la diferencia pueda exorcizar el pánico que anida en la discriminación, porque siempre produce violencia y la violencia, siempre produce daños irreparables. 

Los gitanos más radicales dan por sentado que el ingreso al mundo moderno, implicará un lavado de cerebro para sus hijos, producido por la educación formal que traerá la pérdida del acento fónico; la perdida de sus valores nacionales a través del estudio de la historia y de la cultura del país de nacimiento, que borrará la idiosincrasia gitana, su cosmogonía, su razón de ser en el mundo. Este temor siempre estuvo presente vaticinando grandes pérdidas culturales que nunca se dieron; el pueblo gitano realizó y realizará gracias a esas mixturas muchas transformaciones; aunque así no lo crean los sectores más conservadores que asocian la originalidad, a la exclusividad, excluyen a la mixtura por destructora, sin saber que fue la mixtura, el único método que permitió la renovación y la conservación de la etnia. 

Renovación que se ha puesto en marcha desde su misma llegada al continente Europeo y Latinoamericano, con el ingreso de las mujeres no gitanas, campesinas en su mayoría; y en menor medida, con el ingreso de hombres marginales o bohemios, ambos prestamos genéticos y culturales, han enriquecido y renovado el patrimonio cultural, lingüístico, ritual y religioso de los gitanos que, pudieron absorber todo ese bagaje, porque poseen una estructura móvil con características fijas, que les permitió acumular todo el presupuesto cultural seleccionado, que luego quedó transformado bajo la égida gitana, como ha pasado con la música flamenca, que no tiene orígenes gitanos, pero es la música gitana por antonomasia, lo mismo podemos decir del violín, de las prácticas quirománticas, y de tantísimos prestamos que hacen a su patrimonio, reelaborado, consolidado y promocionado por su fuerte conciencia social de grupo.   

 

Conclusiones 

Estas reflexiones parciales sobre la realidad gitana en Latinoamérica  no se han apoyado en la compleja clasificación grupal, nacional y familiar, ni en el registro histórico de cuándo y cómo, cada fracción entró al continente, sólo nos interesó la realidad social que excede esas categorías que siempre fueron nefastas para el diálogo intergrupal que complica aún más la búsqueda de una mejora que tiene tantos avances como retrocesos, pero pocos adelantos concretos, que visibilice y resuelva la problemática frente a la posibilidad de masivas desgracias raciales que se están gestando desde el rebrote de los grupos de ultra derecha. Los estereotipos que la sociedad envolvente tiene en su imaginario sobre los gitanos, son parte de una realidad, ser el pueblo más discriminado del mundo confirma la figura del vivillo que se procura un buen pasar en medio de una vida miserable; por lo tanto, la mirada autocrítica es más que necesaria para poder mensurar el problema de un pueblo que tiene serias dificultades para asumirse como marginal, prefiere asumirse como marginado, y a decir verdad, coincidimos con esa mirada, no puede asumirse como marginal, porque no ha elegido serlo.

Por ese motivo, su existencia trágica no está en la situación a la que fue llevado, lo trágico esta en la imposibilidad de salir.  Una vez más el pueblo gitano deberá apelar a su identidad múltiple para realizar la mayor transformación de su historia, por vía de la educación podrá eliminar situaciones enojosas, anquilosadas entre las tradiciones y la marginalidad que deterioran la infancia, el rol de la mujer y la propia imagen del grupo. Podrá remozar y consolidar su patrimonio cultural. Capacitarse para poder atravesar con la menor pérdida de vidas posibles, las muchas y variadas holas de racismo que deberá enfrentar en este nuevo período de la historia. Los cambios, los beneficiará enormemente, pero también serán un blanco más elevado y apetecido.

Todo volverá a comenzar y la circularidad dará comienzo a una nueva diáspora. Debemos aceptar que dentro de las sociedades modernas, los textos religiosos, políticos y jurídicos de los Estados y sus instituciones, discriminar sea parte del orden social y del ejercicio democrático de las naciones. Pero también debemos alertar a la sociedad y a sus instituciones para que morigeren los patrones de violencia que anidan en sus discursos, que están creando verdaderas bestias sociales y políticas, en el vientre de una sociedad etnocéntrica y dominante, que debido a la ceguera y a la brutalidad de ese etnocentrismo-dominante, genera más violencia, porque no puede verse, ni ver, los derechos del otro.  

Jorge Emilio Nedich es un Rrom (Ludar) de Argentina. Escritor, su última novela “El aliento negro de los romanies” fue finalista del Premio Planeta de 2004, la cual fue publicada en el 2005 por la misma editorial. 

Correo-e: jnedich@yahoo.com.ar