América

Canto, guitarra y baile flamenco

 

  Camarón con Paco de Lucía

POR: JAVIER MOLINA VILLETA - 27/03/2009

¿Palmadas, taconeos, arañazos de guitarra, gemidos de dolor? ¿De qué se trata?... en nuestra cultura musical, monopolizada por los productos de marketing de las grandes discográficas, el escaso conocimiento acerca del flamenco no extraña a nadie. Tradicionalmente el flamenco –al igual que la danza y la música tradicional de los indígenas mexicanos– fue un género popular desarrollado al margen de los grandes medios, a los que no interesaba un producto tan arriesgado y dirigido a un público aún embrionario. Sin embargo, este género está experimentando una difusión privilegiada en comparación con otros géneros folklóricos latinoamericanos. Cantaores como Diego “El Cigala” y bailaores como Joaquín Cortés ya han cruzado el charco en varias ocasiones para deleitar con su arte al público latinoamericano. El arte flamenco de la guitarra y el baile va extendiéndose lenta pero concienzudamente en las academias de baile mexicanas y poco a poco, no me cabe duda, aparecerán figuras y artistas mexicanos reconocidos internacionalmente.

El flamenco se originó en el sur de España durante el siglo XVIII y fue basado en la música y la danza andaluza. En su desarrollo tuvieron un papel fundamental los andaluces de etnia gitana, quienes prácticamente se apropiaron del género. Durante las primeras décadas del siglo XX, fue denigrado injustamente por una clase intelectual que atribuía a la extensión del flamenco y la tauromaquia los orígenes del atraso español y que concebía la modernización de las potencias capitalistas como la única vía de escape hacia la prosperidad de la patria.

Todo ello cambió poco después, gracias al impulso ejercido por los jóvenes intelectuales de la llamada “Generación del 27”, cuyos miembros más eminentes (Lorca, Alberti, Juan Ramón Jiménez, Vicente Alexandre) eran andaluces y por tanto conocedores de primera mano del fenómeno flamenco. El poeta granadino Federico García Lorca fue el gran “embajador” de la cultura flamenca que, a través de sus poemas como el “Romancero Gitano” y el “Poema del Cante Jondo” y de sus obras teatrales como “Bodas de Sangre”, pudo ser difundida por toda Hispanoamérica y parte de Norteamérica a lo largo de los años treinta y cuarenta.

A comienzos de los sesenta el cantaor sevillano Antonio Mairena fue uno de los principales impulsores de la “tesis gitanista”, que aseguraba que el flamenco es un género puramente gitano y no dado a la fusión. Durante dos décadas se tuvieron por incuestionables los postulados conservadores de Mairena, sin embargo hoy es reconocido que el flamenco fue un producto genuinamente andaluz y no sólo gitano, puesto que en otras partes de Europa la música gitana no tenía ninguna vinculación cultural con este género. Los expertos han divisado en las raíces del flamenco rasgos de la cultura tartésica presente en España en el siglo V a.C, además de diversos substratos y herencias como el uso de las castañuelas procedente de los romanos que ocuparon Andalucía desde el 206 a.C. Ciertos rasgos del cante jondo provienen de la cultura musical de los árabes, arraigados en Andalucía hasta su expulsión en 1492 (parece que la misma denominación del flamenco procede del árabe “fellah mengu”) y se estipula que el taconeo fue heredado de los bailes de “chaconas y zarabandas” de la población de esclavos negros del sur de la península. En resumen, todo fue el resultado de la más azarosa fusión cultural.

A finales de los años sesenta, la colaboración artística entre el prodigioso guitarrista Paco de Lucía y el celebre cantaor Camarón de la Isla supuso uno de los momentos más paradigmáticos en la historia del cante jondo y la guitarra andaluza, pues significó la consolidación de la tendencia hacia la fusión actual con otros géneros (como la rumba, el jazz e incluso el pop). Paco de Lucia revolucionó la forma de ver y sentir el flamenco, introduciendo nuevos instrumentos y tonalidades que provocaron la ruptura definitiva con el conservadurismo flamenco de antaño.

La cultura de los gitanos fue determinante en la fusión del mundo morisco y africano con la cultura urbana. Pero si bien fueron los gitanos los verdaderos promotores del cante y el baile hasta la actualidad, es el carácter mestizo del flamenco el factor decisivo que lo hace atractivo fuera de España y adaptable a nuevas visiones étnicas y culturales. México con su folklore, su fuerte mestizaje y la presencia de una prolongada tradición guitarrística, es un caldo de cultivo inmejorable para las nuevas generaciones flamencas.

Fuente: La Jornada de Oriente

Mundo Gitano – Gypsy World