Procedente del sánscrito, pero balcanizada, con mucho vocablo del latín y del griego y con un sistema gramatical propio, el romanó se habla en todo el mundo, excepto en donde las persecuciones prohibieron una lengua perdida hoy, de momento, por los gitanos ingleses, portugueses, los del sur de Francia, los emigrantes a América y los españoles.

 

Israel Gabarri aprendió romanó en Internet con un gitano de Argentina y hoy se forma como mediador social en educación con un sueño: enseñar la lengua a los niños gitanos de La Rioja en los colegios gracias a programas especiales. «Todos los gitanos tienen un vocabulario básico, lo más viejos suelen conocer entre 200 y 300 palabras, pero la mayoría habla caló, un castellano gitanizado que no se parece en nada a la jerga de los delincuentes a la que algunos han llamado también caló y que tanto daño nos ha hecho», explica Israel, quien se despide sonriente: «Lacho drom. Ya Devlesa (Buen viaje. Ve con Dios)».