PERET: «De niño pasaba hambre pero era feliz»

PERET

«De niño pasaba hambre pero era feliz»
 
 
Por: Mónica Bergós – Barcelona – 11/02/2010
 
El rey de la rumba vuelve a la carga. El próximo 11 de febrero arrancará en el solemne Auditori de Barcelona una gira de conciertos para presentar su nuevo álbum, ‘De los cobardes nunca se ha escrito nada’ (Universal), en el que un emotivo Peret recupera canciones que le influyeron en su juventud. A sus 74 años el cantante gitano tiene bien decidido que eso de la jubilación no va con él. Enchufen el ventilador.
 
Pere Pubill (Mataró, Barcelona, 1935) llega en taxi a la entrevista con IDEAL en un bar-restaurante del Ensanche barcelonés, acompañado de una pequeña comitiva: Toni, su sempiterno palmero; Ana, su relaciones públicas, y un ayudante, que son todo mimos y atenciones para el patriarca. Viste presumido, con porte de galán: traje y abrigo azul marino, corbata de filigranas amarillas. Pide coca-cola sin calorías -«es que no debería tomar esta bebida»-, y unas patatas fritas de bolsa para «picar un poco», tras descartar unas aceitunas porque «engordan demasiado».
 
Tiene que cuidar su alimentación porque convive con un enfisema pulmonar que le ha dado más de un susto. «A veces me despierto ahogado en medio de la noche y pienso que ya no veré salir el sol», confiesa, sincero. Pero hasta en esas difíciles circunstancias el Peret sabio se impone: «Los gitanos tenemos una esperanza de vida de 60 años, yo ya me he pasado 14, así que cuando llegue la hora habrá que aceptarlo y decir ‘misión cumplida’. Todos llegamos a este mundo para morir algún día, hay que tenerlo siempre muy presente. Pero eso sí, de momento estoy vivo».
 
Y vaya que si lo está. Desde que lanzara hace tres años el reivindicativo ‘Que levante el dedo’, con el que rompió una década de silencio discográfico, lo hemos visto en plena forma encaramándose a los escenarios con artistas que podrían ser sus nietos, desde Macaco a Muchachito Bombo Infierno. Para grabar su último álbum, ‘De los cobardes nunca se ha escrito nada’, se ha vuelto a rodear de buena compañía. Marina, de Ojos de Brujo, rumbea junto al patriarca una nueva versión de ‘El muerto vivo’ y La Mari de Chambao se une en la samba ‘La chabola’.
 
«Hago pensar a la gente»
 
Es un disco de versiones cuidadosamente producido en el que la rumba catalana de siempre viene aderezada con arreglos modernos, música caribeña, jazz, coplas y tango. Diez temas que marcaron a Peret cuando daba sus primeros pasos, desde el jazzístico casino jameshallison ‘Rascayú’ de Bonet de San Pedro, el tango ‘Por qué la quise tanto’ o la mítica copla ‘María de la O’, más un plus: ‘Un tiempo para todo’, una composición propia donde el cantante despliega su particular filosofía de la vida con mensajes como: «No crean que son más grandes con el poder y el dinero, no olviden que con el tiempo torres más altas cayeron// La vida son cuatro días, de los cuatro tres nublados, procura estar levantado si amanece soleado».
 
«Me gusta plantearme las cosas y hacer pensar a la gente», reconoce el rey de la rumba con una entrañable sonrisa. «Yo reparto consejos todo el día, a menudo sin darme cuenta, sobre todo a los más jóvenes. A veces somos gandules y no nos gusta reflexionar demasiado, pero es que hay cosas que no están bien y no nos percatamos de ello hasta que alguien nos lo explica. Lo que nos dijeron papá y mamá que era lo correcto en ocasiones no lo es».
 
A través de las piezas que ha escogido versionar en este álbum, el autor de los inolvidables estribillos ‘Borriquito como tú’ y ‘Una lágrima cayó en la arena’ invita a un recorrido por grandes cuestiones de la existencia: la muerte («Rascayú, ¿cuando mueras que harás tú/ tú serás un cadáver nada más?»); el amor («Me preguntan por qué canto, me preguntan por qué lloro/ por qué no la maldigo, por qué la quise tanto»); o la nostalgia («añorada chabola, chabola querida/ donde pasamos lo mejor de nuestra vida»).
 
Descalzo y con piojos
 
Y precisamente ‘La chabola’, uno de los temas más emotivos del CD, interpretado primorosamente junto a La Mari de Chambao, obliga a un paralelismo con la niñez de Peret. «En Mataró, antes de que mi familia se mudara al barrio chino de Barcelona, vivía en una barraca sin techo, sin agua y sin luz. Tenía el pelo habitado de piojos. Llevaba los pies descalzos y con trozos de tela vendados para que no se me clavaran los cristales que había por el suelo, pasaba mucha hambre, pero a pesar de todo era feliz», relata.
 
Dice el patriarca de la rumba que creció «libre» porque no fue a la escuela y así se libró de la opresión que el franquismo ejercía en los colegios. Aprendió a leer fijándose en los carteles publicitarios que colgaban de las calles. «Eso lo hizo la necesidad -puntualiza-. Jugaba todo el día con los amigos, lo pasaba bien. Aunque también viví episodios fatídicos. Un día, durante la Guerra Civil, un señor se acercó a la barraca donde vivíamos porque se le antojó ametrallarnos. Se ve que éramos sus enemigos. Son cosas que conservas en la memoria para toda la vida», confiesa con mirada grave.
 
A los doce años se lanzó a vender trajes y vestidos de señora por los barrios de Barcelona junto a su padre, a quien años más tarde le dedicaría la canción ‘El mig amic’. «Mi padre se hacía llamar el ‘mig amic’ (el medio amigo) porque era comerciante y decía que a la hora del trato no existían los amigos, aunque en realidad era una miseria lo que ganaba de la venta ambulante de trajes».
 
El Peret niño recurría a la astucia para convencer a sus potenciales compradores. «Yo decía que era italiano, porque si contaba la verdad, que era gitano, no me compraban», reconoce socarrón. Y entre ese trajín de trayectos por Barcelona en los que el pequeño viajaba con maletones atiborrados de ropa se fue forjando el Peret músico: «Nos subíamos arriba de todo de los autobuses de dos pisos, poníamos las maletas sobre nuestras rodillas y empezábamos a tamborilear y a cantar».
 
El ritmo de la rumba catalana surgiría «con el tiempo, entre amigos gitanos, en la calle cantando y dando palmas». «Aunque, claro, la etiqueta de rumba catalana no se la pusimos hasta mucho después». Con los años, el niño gitano que vendía trajes se convirtió en la banda sonora de varias generaciones de españoles. El álbum ‘De los cobardes nunca se ha escrito nada’ se vende junto con un DVD de apariciones del cantante en Televisión Española en las décadas de los 60 y 70.
 
Fuente: ideal.es

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