Vista general del mercadillo el pasado sábado en Ponteareas.  D.P

«¡A un euro!» Pese a haber sido ésta la frase más célebre de las mañanas de cada sábado en Ponteareas, apenas se percibe desde hace siete meses. La regulación de venta ambulante, que se efectuó en enero de este año en la villa, provocó que los miembros de la «Asociación del Pueblo Gitano» se quedaran a las puertas de la feria. Esta sociedad estaba instalada en el mercadillo semanal desde hace más de treinta años. Los demás vendedores alegaron que, aunque estuviesen constituidos como cooperativa, no era justo que los gitanos pagasen un único tributo ostentando varios puestos, como venía sucediendo hasta entonces. A pesar de las protestas por parte de la comunidad, no fue posible llegar a un acuerdo con el Gobierno local.

A día de hoy, las consecuencias económicas para el municipio no han sido nada favorables, al contrario de lo que muchos opinaban. «A feira era un reclamo para os comercios da zona. Agora xa non se ve tanta xente. Notouse unha baixada importante de clientes, sobre todo dos que procedían dos arredores da vila», lamenta Susana Paz, dependienta de un establecimiento de calzado del pueblo.

Por otro lado, una encargada de un bazar que ha permanecido en la familia desde 1945, señala que no es la primera vez que se producen estos procedimientos: «Además de la tienda, teníamos un lugar en el mercado cuyo impuesto pagábamos durante todo el año y que sólo utilizábamos en primavera y en la Feria de los Remedios. Un día, llegamos y nos dijeron que no podíamos vender allí porque no teníamos el carnet de vendedores ambulantes de la Xunta», subraya. Con respecto al contexto actual de los sábados, sostiene que «A Ponteareas venía mucha gente de las comarcas colindantes. Al acudir al municipio, veían los escaparates y por la semana venían a comprar».

 

Yolanda Iglesias, que posee un bazar y que es miembro de la Asociación de Comerciantes de Ponteareas, afirma que «o Concello pon unhas taxas, os que non veñen é porque non queren pagar. A lei é para todos». La floristería de Alicia Bouza también forma parte de la asociación. Ésta cree que la regulación beneficia a los clientes, pero baja la afluencia de los mismos. «Non estou en contra da venta ambulante nin da feira, pero que un saque unha licenza e teña varios postos, non pode ser», comenta.

Uno de los sectores que más ha sufrido las consecuencias de esta decisión ha sido el de los bares y cafeterías. Algunos incluso calculan una pérdida del 50 por ciento de los beneficios. Es el caso de Susana Fernández, propietaria de una cafetería spielautomaten online de la Plaza Mayor, quién apunta que «afectó desde el primer sábado que no vinieron. A partir de las 10.00 horas la plaza estaba abarrotada. Los propios vendedores consumían mucho». Asimismo, sugiere que «la solución sería que volviesen»  e indica que el hecho de que haya una menor afluencia de asiduos, «no es por la crisis».

Los clientes también han sido víctimas de esta ordenanza municipal: «fue perjudicial para los comercios, pues la gente que venía a la feria entraba en éstos para comprar. Además, como hay pocos puestos, no hay competencia. Con lo cual, también los locales de Ponteareas son más caros, así que me voy a Vigo a comprar ropa, relojes, gafas de sol…», admite Carmen Barbeito, vecina de la parroquia de Guillade.

Otros, no obstante, no han percibido ningún cambio. Así opina Pilar Gómez, dueña de una tienda de ultramarinos en el centro de Ponteareas: «ás veces hai menos xente, pero penso que non é pola feira».