España

Construir el futuro de la mujer gitana

Su situación ha mejorado considerablemente en los últimos años, pero aún quedan muchos estereotipos por romper y pasos que dar para seguir avanzando 

IRUN: Por. MAITANE OLAIZOLA 14/03/2009

Retrasar la edad de casamiento, formarse, incorporarse al mercado laboral y romper con los estereotipos. Son algunas de las medidas que las mujeres gitanas se plantean para construir su futuro. Estas propuestas son fruto de un encuentro llevado a cabo ayer en el gazteleku Martindozenea, en el que la asociación de mujeres gitanas I-Romi y la Comisión para la Igualdad de Bienestar Social reunieron a representantes de diversos colectivos, así como a particulares. «Ha sido un éxito de convocatoria», comentaban los organizadores de la cita, que contó con alrededor de 90 personas.

Reunidos en grupos de entre seis y diez personas, los participantes fueron intercambiando opiniones sobre aspectos relacionados con la participación de la mujer gitana en la sociedad o la relación entre payos y gitanos.

«La situación ha mejorado mucho en los últimos años. Antes era impensable que gitanos y payos se reuniesen a hablar y hoy (por ayer) estamos conociéndonos e intercambiando experiencias», comentaba Marina, de etnia gitana, a sus compañeras de mesa. En la de al lado, Begoña pedía «que desaparezca el racismo. Necesitamos que nos quieran más, porque sólo por ser gitanos nos miran con mala cara».

Según la mujer, su familia ha sentido en alguna ocasión «el rechazo de la sociedad. A la hora de buscar trabajo o querer alquilar un piso, por ejemplo, no nos aceptan porque creen que vamos a dar problemas. Nos meten a todos en el mismo saco, pero en la comunidad gitana hay de todo, como en la paya». Y es que uno de los comentarios más repetidos durante la cita fue que «existen muchos estereotipos sobre nosotros que nos dan una imagen negativa».

Vida social

Si la situación para la comunidad gitana, en general, es «complicada», lo es más para la mujer gitana, porque en el siglo XXI todavía está sujeta a una serie de «limitaciones». De todos modos, se ha evolucionado mucho.

«Hoy le he dicho a mi marido: Me voy con las amigas. Haz la comida para tus hijos y recoge la casa», decía una de las participantes. «Es verdad», opinaba otra, «ahora hacemos más vida social. Tomamos café, vamos al cine o a la playa y mientras tanto, él se queda con los niños. Antes, eso era impensable».

Ellas son, sin duda, el motor del cambio en su comunidad. «Vamos avanzando mucho más rápido de lo que pensábamos. Se está trabajando mucho con nosotras, pero ellos también necesitan un reajuste», opinan desde I-Romi.

Hace pocas generaciones, los gitanos vivían en chabolas o caravanas. Ahora, «la mayoría vivimos en pisos», aclaran. La falda era su prenda estrella. Ahora, «preferimos los pantalones», comentaban las más jóvenes. El cambio de mentalidad se nota.

Para seguir avanzando en el camino hacia la igualdad de oportunidades, cada grupo realizó una lista de medidas que, después, puso en común. Por un lado, apelaban a la formación. «Es la clave del futuro. El conocimiento abre la mente de las personas». Por otro, apostaban por la incorporación de la mujer al mercado laboral para «alcanzar la independencia, tanto económica como personal». Destacaban, asimismo, «la importancia de retrasar la edad de casamiento o de decidir, por una misma, el número de hijos que se quiere tener».

Para avanzar en esa dirección, consideraban la necesidad de «educar en igualdad dentro de la propia familia. La figura del líder ya no es tan importante, lo que no quiere decir que perdamos el respeto a nuestros mayores y a la familia», aclaraban. Aunque apuestan por evolucionar, piden «que no desaparezca la cultura clásica gitana».

Durante la cita, una joven dio lectura a un poema que decía: «Si no consigues lo que anhelas, no desesperes. Quizá sólo estés echando raíces».

Fuente: diariovasco.com

 

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